martes, 19 de mayo de 2009

Las bebidas cola... un problema mayor




Consumo excesivo de productos cola puede causar taquicardias y parálisis muscular

Otros problemas es la diabetes, caries y un descenso extremo de los niveles de potasio.


Un consumo excesivo de bebidas de cola puede causar taquicardias, debilidad ósea y parálisis muscular, entre otros problemas de salud, según afirma un estudio publicado hoy en "International Journal of Clinical Practice".

Los autores del estudio, dirigido por Moses Elisaf, señalan que el número de personas que enferman por un consumo desmesurado de ese tipo de refrescos va en aumento, lo que se debe en parte al empeño de las empresas por comercializar tamaños de botellas cada vez mayores.

En el transcurso de su investigación, los expertos encontraron casos de caries, diabetes y debilitamiento de la estructura ósea, además de hipocalemia, un descenso extremo de los niveles de potasio.

Según los investigadores, esta caída del potasio incrementa el riesgo de problemas musculares graves y disfunciones cardíacas, enfermedades que pueden llegar a ser mortales.

"Estamos consumiendo más refrescos que nunca y se han identificado ya varios problemas de salud, incluidos dentales, desmineralización de los huesos, diabetes y el desarrollo del síndrome metabólico", afirmó el director del estudio, Moses Elisaf.

"Cada vez hay más pruebas que sugieren que un excesivo consumo de cola puede llevar también a la hipocalemia, cuando caen los niveles de potasio en la sangre, lo que provoca un efecto adverso en funciones musculares vitales", añadió.

En su informe, Elisaf examinó casos de personas que bebían dos o más litros de cola al día.

Uno de los casos documentados es el de una embarazada de 21 años que llevaba seis años consumiendo tres litros de cola al día, a la que se le diagnosticó hipocalemia severa tras ingresar en un hospital aquejada de cansancio, inapetencia y vómitos.

La paciente se recuperó cuando dejó la cola y se le dieron suplementos de potasio.

Otras personas que bebían de dos a nueve litros diarios del refresco presentaban diferentes problemas musculares, "desde un ligero debilitamiento a una parálisis profunda".

Los científicos manejan varias teorías para explicar este efecto: el contenido de azúcar de la cola podría hacer que los riñones segregaran demasiado potasio, o podría ser la cafeína la que indujera una redistribución del potasio en las células del cuerpo o una segregación excesiva del organismo.

Los componentes más habituales de las bebidas de cola son fructosa, glucosa y cafeína y, según Elisaf, aunque cada uno de ellos juega su papel en la inducción de la hipocalemia, la cafeína parece tener un efecto dominante.

Sin embargo, el experto apunta que las colas sin cafeína también pueden provocar una caída del potasio debido a la fructosa, que puede provocar diarrea.

"En una era donde la industria alimenticia trata de imponer un incremento de las porciones de esos preparados, estos hallazgos pueden tener implicaciones importantes para la salud pública", escribieron los autores.

Por su parte, una portavoz de la Asociación Británica de Refrescos dijo que los ejemplos usados en el estudio son "extremos" y aseguró que el consumo "moderado" de refrescos de cola en una dieta equilibrada "es completamente seguro".

Fuente:La tercera

Es increible que esto se haya advertido hace tantos años y hoy recién los cientificos lo publiquen:

Mediante esta práctica continua de complacencia del apetito, el vigor natural del organismo queda gradual e imperceptiblemente lesionado. Si queremos conservar la acción saludable de todas las facultades del organismo, la naturaleza no debe ser forzada a una acción antinatural. La naturaleza permanecerá en su puesto del deber, y hará su labor sabia y eficientemente, si se abandonan los falsos estimulantes que han sido traídos para tomar su lugar (Review and Herald, 19-4-1887).

Debido a la intemperancia que comienza en el hogar, los órganos digestivos primero se debilitan y pronto el alimento común no satisface el apetito. Se crean condiciones malsanas y hay un anhelo de alimento más estimulante. El té y el café producen un efecto inmediato. El sistema nervioso se excita bajo la influencia de estos venenos y en algunos casos, por un momento, el intelecto parece vigorizarse y la imaginación hacerse más vívida. Debido a que estos estimulantes producen resultados tan agradables, muchos llegan a la conclusión de que los necesitan realmente, pero hay siempre una reacción. El sistema nervioso ha tomado prestada energía 380 de sus recursos futuros para usarla en el momento y todo ese vigor pasajero es seguido por una depresión consiguiente. La rapidez del alivio obtenido por el té y el café es una evidencia de que lo que parece ser energía es tan sólo excitación nerviosa y, por lo tanto, debe ser un daño para el organismo (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 31).

El té, el café, y el tabaco, así como las bebidas alcohólicas, constituyen diferentes grados en la escala de los estimulantes artificiales.
El efecto del té y del café, como se ha mostrado hasta ahora, tiene la misma tendencia que el del vino y la sidra, el licor y el tabaco.
El café comporta una complacencia dañina. Si momentáneamente excita la mente a una acción inusitada, el efecto posterior es agotamiento, postración, parálisis de las facultades mentales, morales y físicas. La mente se enerva, y a menos que por un esfuerzo determinado se venza el hábito, la actividad del cerebro se disminuye en forma permanente. Todos estos productos irritantes de los nervios están agotando las fuerzas vitales, y la inestabilidad causada por los nervios destrozados, la impaciencia, la debilidad mental, llegan a ser un elemento de combate, que antagoniza con el progreso espiritual. ¿No debieran, pues, los que defienden la temperancia y la reforma, estar alerta para contrarrestar los males de estas bebidas perjudiciales? En algunos casos es tan difícil quebrantar el hábito de beber té y café, como para el alcohólico terminar con el uso del alcohol. El dinero gastado en té y café está más que malgastado. Estos sólo perjudican al que los usa, y esto en forma continua. Los que emplean té, café, opio y alcohol pueden a veces vivir hasta una edad avanzada, pero este hecho no es ningún argumento en favor del uso de estos estimulantes. Lo que estas personas debían haber realizado, pero dejaron de lograrlo, debido a su hábito intemperante, sólo lo revelará el gran día de Dios.
Los que recurren al té y al café como un estímulo para el trabajo, sentirán los malos efectos de esta conducta en forma de nervios alterados y falta de dominio propio. Los nervios cansados necesitan reposo y quietud. La naturaleza necesita tiempo para recuperar sus energías agotadas. Pero si sus fuerzas son aguijoneadas por el uso de estimulantes, existe, siempre que se repite este proceso, una disminución de la verdadera fuerza. Por un tiempo puede realizarse más bajo el estímulo antinatural, pero gradualmente se va haciendo más difícil despertar las energías hasta el punto deseado, y por fin la naturaleza exhausta ya no puede responder.

EFECTOS DAÑINOS ATRIBUIDOS A OTRAS CAUSAS.

El hábito de beber té y café es un mal mayor que el que a menudo se sospecha. Muchos que se han acostumbrado al uso de bebidas estimulantes sufren dolor de cabeza y postración, y pierden mucho tiempo por enfermedad. Imaginan que no pueden vivir sin el estímulo e ignoran sus efectos sobre la salud. Lo que los hace más peligrosos es que sus malos efectos son a menudo atribuidos a otras causas.

EFECTOS SOBRE LA MENTE Y LA MORAL.

Por el uso de estimulantes, todo el organismo sufre. Los nervios se desequilibran, el hígado desarrolla una acción mórbida, quedan afectadas la calidad y la circulación de la sangre, y la piel se hace inactiva y se vuelve pálida. También la mente se perjudica. La influencia inmediata de estos estimulantes es excitar el cerebro hasta una actividad indebida, sólo para dejarlo más débil y menos capaz de esfuerzo. El efecto posterior es la postración, no solo mental y física, sino también moral. Como resultado vemos a hombres y mujeres nerviosos, de juicio inseguro, y mente desequilibrada. A menudo manifiestan un espíritu apresurado, impaciente, acusador; ven las faltas de los demás, como a través de un vidrio de aumento, y son completamente incapaces de discernir sus propios defectos.
Cuando estas personas que usan té y café se reúnen para pasar momentos de recreación social, los efectos de su hábito pernicioso son manifiestos. Todos participan libremente de las bebidas favoritas, y a medida que se siente la influencia estimulante, sus lenguas se sueltan, y comienzan con la malvada tarea de hablar contra los demás. Sus palabras no son pocas o bien escogidas. Los bocados selectos de la chismografía empiezan a circular, y demasiado a menudo también circula el veneno del escándalo. Estos chismosos desconsiderados olvidan que tienen un testigo. El Vigilante, invisible, está escribiendo sus palabras en los libros del cielo. Todas estas críticas duras, estos informes exagerados, estos sentimientos de envidia, expresados bajo la excitación de la taza de té, son registrados por Jesús como si hubieran sido dirigidos contra él mismo. "En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis".
Estamos ya sufriendo a causa de los malos hábitos de nuestros padres, y sin embargo ¡cuántas personas siguen una conducta aún peor que la de ellos!
El opio, el té, el café, el tabaco y las bebidas alcohólicas están agotando rápidamente la chispa de vitalidad que todavía queda en la raza humana. Cada año se toman millones de litros de bebidas alcohólicas y millones de pesos se invierten en tabaco. Y los esclavos del apetito, en tanto que gastan constantemente lo que ganan en la complacencia sensual, despojan a sus hijos de alimentos, vestido y de las ventajas de la educación. La sociedad nunca podrá estar en su debido estado mientras predominen estos males. Consejos sobre el régimen alimenticio p.507-509


Bendiciones

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